miércoles, 13 de julio de 2011

Servirse de Conserje


Era una persona dedicada en todos los sentidos. Un perfecto maniático, recalco, perfecto. El mejor conserje que se haya visto en este estudio. Bastaba ver que tan bien pulía y limpiaba el piso para hacer constancia de lo que de él antes se había dicho. Cargaba con unos viejos (y ya casi descompuestos) audífonos. La manera en la que zangoloteaba el trapeador de arriba hacia abajo, de derecha a izquierda, recordaba una melodía agitada, eclética. El trapeador y su ritmo electrificaban todos los mosaicos del edificio. Nuestro conserje siempre disfrutaba de lo que hacía, eso sí, siempre y cuando tuviera música por dentro.

Lo que más disfrutaba era observar el estudio de grabación. Acariciaba sutilmente con la mirada todos los mezcladores, sintetizadores, micrófonos y bocinas. Y es que no era para menos, este chico tenía incrustada la música muy por dentro de su piel. En una ocasión nos encontramos en la madrugada, mientras ambos trabajábamos: el limpiando y yo atendiendo los últimos pendientes de una sesión que se haría al día siguiente. Me platicó que era originario de un pequeño pueblo, que tomo clases de piano y que tuvo coqueteos con el saxofón y la tuba. ¿Cómo es que alguien que provenía de un cómodo pueblo, que había tomado clases de piano termina como conserje en un pequeño estudio de grabación? “La respuesta es fácil” me dijo mientras dejaba a un lado la cubeta llena de agua sucia. “Estaba necesitado de conocer lo que había detrás de todos esos bordes. Tenía que cruzar todos los límites y salirme de esa jaula. No me malinterprete, me gusta el lugar donde crecí, pero no era suficiente”. Pero no me respondió aquella pregunta, no al menos de manera completa.

Más tarde descubrí lo que lo orilló a enlistarse como conserje. El estudio no tenia mas grabaciones pendientes y el ya había terminado su jornada. Se me acercó y me pregunto si podía usar el estudio de vez en cuando, sobre todo cuando no hubiese grabaciones programadas. Accedí. Tendría que pagar por el uso de los instrumentos, no lo mismo que normalmente se paga, una tarifa menor. Fue así como nuestro conserje ya no solo limpiaba la sala de captación, sino que la usaba para tocar uno que otro instrumento, para grabar sus canciones, para sacar sus demos.

Era una persona dedicada en todos los sentidos. Un perfecto maniático, recalco, perfecto. El se encargaba de todo el proceso y culminación de sus proyectos: El componía la canción, el interpretaba todos los instrumentos (excepto la batería) y posteriormente el pulía todas sus canciones entre mezcladores y sintetizadores. Todos sus demos llamaron la atención del sector. Para sorpresa de varios sus demos vieron la luz, primero en forma de bootleg y después, consolidados y bien formados bajo un álbum. Y qué decir de ese álbum, tuvo un éxito. Un éxito moderado.

Siempre extrañare a aquel chico. Con el dinero que genero su primer álbum pudo mandar al carajo su trapeador y esa sucia cubeta, y hasta financiarse muchos otros proyectos. Ya no vive en ese diminuto departamento que todos le conocimos, ni carga con esos viejos y descompuestos audífonos. Ahora vive en una casa grande y de vez en cuando sale en algún programa musical dando entrevistas. Es una persona dedicada en todos los sentidos: Un perfecto conserje y un genial músico.






Trent Reznor (17 de mayo de 1965) después de haber abandonado la universidad se vio en la necesidad de conseguir un empleo. Entro a trabajar a Right Track Studio como conserje. Le permitieron usar el estudio fuera de las horas de trabajo y grabar sus demos. Fue ahí donde Nine Inch Nails comenzó a gestarse.

Varios de estos demos vieron la luz en Purest Feelings, un bootleg que vendría a ser la versión preliminar de lo que posteriormente seria Pretty Hate Machine, el álbum debut de Nine Inch Nails.

Pretty Hate Machine le abrió muchas puertas a Reznor, siendo bien recibido por la crítica y disfrutando de popularidad tanto en la zona underground como en el sector radial comercial. Después del debut de este álbum la vida de Trent Reznor jamás volvió a ser la misma.




Head Like A Hole - La primera canción de Nine Inch Nails en disfrutar popularidad.



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